lunes, 27 de febrero de 2012

ACTIVIDAD SEMANA 3


GLOBALIZACION VS ANTIGLOBALIZACION

La globalización es el paso principal nueva en el desarrollo del proceso a largo plazo de la internacionalización (transnacionalización) de los aspectos económicos, políticos, culturales, legales y de otro tipo de vida de la sociedad, en el momento en que las interrelaciones entre las actividades sociales nacionales han llegado a tal nivel, cuando algunos cambios drásticos dentro de la comunidad mundial entera transformando gradualmente en el Instituto Integral sociedad, se hizo inevitable.

El nivel de las interrelaciones económicas, científicas, tecnológicas, legales y de información de las industrias nacionales han llegado a un punto, cuando al menos tres características nuevas, principalmente son inminentes.En primer lugar, la comunidad económica del mundo, que antes se consideraban poco conectados varios países, está transformando gradualmente en el sistema económico integral, con las sociedades nacionales que actualmente representan a los componentes del cuerpo económico del mundo integral de.

En segundo lugar, mientras que las condiciones de la globalización, nacionales y cuestiones económicas mundiales están cambiando su rol. Con el desarrollo de los mercados financieros internacionales y de otra índole, así como las estructuras de venta de la producción, las relaciones económicas globales cada vez más adquirir el papel de las estructuras principales y de gobierno. Incluso los asuntos internos de los países grandes y poderosos, por no hablar de las restantes, se ven obligados a adaptarse a las realidades de la economía global.

En tercer lugar, proceso de globalización objetiva conduce a la eliminación y el debilitamiento de las funciones reguladoras del Estado nacional, que ya no es capaz de proteger los intereses nacionales de la influencia indeseable desde el exterior con eficacia. Ni los diversos países son capaces de regular los procesos económicos, sociales y culturales, que se convirtieron más estrechos los asuntos nacionales y en mayor medida se han transformado en seres más independientes e inmanejables.

Durante la segunda mitad del siglo 20, los seres humanos se enfrentan a la tarea hasta ahora desconocido - para descubrir las nuevas herramientas que regulan la economía global, el medio ambiente y otros aspectos de la vida moderna. Por lo tanto, el doloroso proceso de reconstrucción de la anterior estructura de Estado-nación del mundo, que se desarrolló más de milenio, en alguna forma la novela, se ha iniciado.

La incertidumbre del futuro y miedo a lo desconocido, sin pensar volver a cargar la responsabilidad de todos los problemas del mundo de la globalización en sí nació el aumento total de las ideas anti-globalización y mítines de masas. A partir de diciembre de 1999, cuando la multitud de opositores enfurecidos de la liberalización del comercio internacional casi han tenido éxito en llamar fuera de la de Seattle (EE.UU.) la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, todas las reuniones internacionales posteriores de los políticos, más o menos relacionados con la globalización, se acompañado de las manifestaciones de varios miles de activistas anti-globalización y el caos.

Hay, al menos, tres variedades principales de la globalización negativismo. La actitud más radical y más vulgar es el que afirma que todos los tallos malos de los EE.UU. que, a través de las instituciones controladas, tales como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, la Organización Internacional de Comercio, etc se van transformando las regiones en desarrollo del mundo en el estado neo-colonial, con el fin de explotar los recursos naturales y los recursos de la gente. La otra variante de la ideología anti-globalización se deriva del hecho, que la globalización es un proceso objetivo, justificado por los avances tecnológicos, la revolución de la información, el desarrollo de la industrial internacional, el comercio y las relaciones financieras. Sin embargo, sólo los países muy desarrollados occidentales podrían beneficiarse de este proceso, mientras que el resto de países del mundo están destinados a retraso continuo.

El tercer paradigma ideológico de los activistas antiglobalización es que el proceso en sí mismo no es sólo objetiva, sino que podría ser de beneficio para todos los países, aunque en un grado diferente. Los países desarrollados occidentales tienen la oportunidad de utilizar el proceso de globalización por completo, mientras que sólo pedazos y dejó ganancias son para los demás. Por lo tanto, es necesario obligar a Occidente a dar forma a los beneficios de la globalización con otras regiones del mundo. Sin embargo, puesto que sería prácticamente imposible de hacer durante las cumbres oficiales, este debe ser realizado por medio de mítines masivos.

Uno de los problemas más agudos, utilizados por toda la gama de antiglobalistas como la pesadilla de primaria, es la tremenda brecha entre los ingresos de los ricos "del norte" y los países pobres del "Sur". Esta brecha de ingresos entre el 20% de la población de los países ricos y la misma parte que habita en los países pobres ha aumentado de 30 veces en 1960 a 74 veces mayor en 1997.
Una vez iniciado, el progreso económico y tecnológico ha adquirido rápidamente todas las características de una reacción en cadena.

Por tanto, el comercio internacional es el sector del que depende la creación de riqueza en todas las economías, pero ese comercio expresa la internacionalización del sistema productivo. También la ciencia y la tecnología están globalizadas en redes de comunicación y cooperación, estructuradas en torno a los principales centros de investigación universitarios y empresariales. Como lo está el mercado global de trabajadores altamente especializados, tecnólogos, financieros, futbolistas y asesinos profesionales, por poner ejemplos. Y las migraciones contribuyen a una globalización creciente de otros sectores de trabajadores. Pero la globalización incluye el mundo de la comunicación, con la interpenetración y concentración de los medios de comunicación en torno a siete grandes grupos multimedia, conectados por distintas alianzas a unos pocos grupos dominantes en cada país (cuatro o cinco en España, según como se cuente). Y la comunicación entre la gente también se globaliza a partir de Internet (nos aproximamos a 500 millones de usuarios en el mundo y a una tasa media de penetración de un tercio de la población en la Unión Europea). El deporte, una dimensión esencial de nuestro imaginario colectivo, vive de su relación local-global, con la identidad catalana vibrando con argentinos y brasileños tras haber superado su localismo holandés. En fin, también las instituciones políticas se han globalizado a su manera, construyendo un Estado red en el que los Estados nacionales se encuentran con instituciones supranacionales como la Unión Europea o clubes de decisión como el G-8 o instituciones de gestión como el FMI para tomar decisiones de forma conjunta. Lejos queda el espacio nacional de representación democrática, mientras que los espacios locales se construyen como resistencia más que como escalón participativo. De hecho, los Estados nacionales no sufren la globalización, sino que han sido sus principales impulsores, mediante políticas liberalizadoras, convencidos como estaban y como están de que la globalización crea riqueza, ofrece oportunidades y, al final del recorrido, también les llegarán sus frutos a la mayoría de los hoy excluidos.

¿Qué es ese movimiento antiglobalización? Frente a los mil intérpretes que se ofrecen cada día para revelar su esencia, los investigadores de los movimientos sociales sabemos que un movimiento es lo que dice que es, porque es en torno a esas banderas explícitas donde se agregan voluntades. Sabemos que es muy diverso, e incluso contradictorio, como todos los grandes movimientos. Pero ¿qué voces salen de esa diversidad? Unos son negros, otros blancos, otros verdes, otros rojos, otros violeta y otros etéreos de meditación y plegaria. Pero ¿qué dicen? Unos piden un mejor reparto de la riqueza en el mundo, rechazan la exclusión social y denuncian la paradoja de un extraordinario desarrollo tecnológico acompañado de enfermedades y epidemias en gran parte del planeta. Otros defienden al planeta mismo, a nuestra madre Tierra, amenazada de desarrollo insostenible, algo que sabemos ahora precisamente gracias al progreso de la ciencia y la tecnología. Otros recuerdan que el sexismo también se ha globalizado. Otros defienden la universalización efectiva de los derechos humanos. Otros afirman la identidad cultural y los derechos de los pueblos a existir más allá del hipertexto mediático. Algunos añaden la gastronomía local como dimensión de esa identidad. Otros defienden los derechos de los trabajadores en el norte y en el sur. O la defensa de la agricultura tradicional contra la revolución genética. Muchos utilizan algunos de los argumentos señalados para defender un protecteccionismo comercial que limite el comercio y la inversión en los países en desarrollo. Otros se declaran abiertamente antisistema, anticapitalistas desde luego, pero también anti-Estado, renovando los vínculos ideológicos con la tradición anarquista que, significativamente, entra en el siglo XXI con más fuerza vital que la tradición marxista, marcada por la práctica histórica del marxismo-leninismo en el sigloXX. Y también hay numerosos sectores intelectuales de la vieja izquierda marxista que ven reivindicada su resistencia a la oleada neoliberal. Todo eso es el movimiento antiglobalización. Incluye una franja violenta, minoritaria, para quien la violencia es necesaria para revelar la violencia del sistema. Es inútil pedir a la gran mayoría pacífica que se desmarque de los violentos, porque ya lo han hecho, pero en este movimiento no hay generales y aun menos soldados. Tal vez sería más productivo para la paz pedir a los gobiernos que se desmarquen de sus policías violentos, ya que, según observadores fiables de las manifestaciones de Barcelona y Génova, la policía agravó la confrontación. No se puede descartar que algunos servicios de inteligencia piensen que la batalla esencial está en ganar la opinión pública y que asustar al pueblo llano con imágenes de feroces batallas callejeras puede conseguir socavar el apoyo a los temas del movimiento antiglobalización. Vano intento, pues, en su diversidad, muchos de esos mensajes están calando en las mentes de los ciudadanos, según muestran encuestas de opinión en distintos países.

Dentro de esa diversidad, si un rasgo une a este movimiento es tal vez el lema con el que se convocó la primera manifestacion, la de Seattle: 'No a la globalización sin representación'. O sea, que, antes de entrar en los contenidos del debate, hay una enmienda a la mayor, al hecho de que se están tomando decisiones vitales para todos en contextos y en reuniones fuera del control de los ciudadanos. En principio, es una acusación infundada, puesto que la mayoría son representantes de gobiernos democráticamente elegidos. Pero ocurre que los electores no pueden leer la letra pequeña (o inexistente) de las elecciones a las que son llamados cada cuatro años con políticos que se centran en ganar la campañaa de imagen y con gobiernos que bastante trabajo tienen con reaccionar a los flujos globales y suelen olvidarse de informar a sus ciudadanos. Y resulta también que la encuesta que Kofi Annan presentó en la Asamblea del Milenio de Naciones Unidas señala que 2/3 de los ciudadanos del mundo (incluyendo las democracias occidentales) no piensan que sus gobernantes los representen. De modo que lo que dicen los movimientos antiglobalización es que esta democracia, si bien es necesaria para la mayoría, no es suficiente aquí y ahora. Así planteado el problema, se pueden reafirmar los principios democráticos abstractos, mientras se refuerza la policía y se planea trasladar las decisiones al espacio de los flujos inmateriales. O bien se puede repensar la democracia, construyendo sobre lo que conseguimos en la historia, en el nuevo contexto de la globalización. Que se haga una u otra cosa depende de usted y de muchos otros como usted. Y depende de que escuchemos, entre carga policial e imagen de televisión, la voz plural, hecha de protesta más que de propuesta, que nos llega del nuevo movimiento social en contra de esta globalización.

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